Algo así como un año habrá pasado, desde el día en que me sentía indignado por el cambio de imagen del periódico que siempre ha tenido tradición en mi casa, un año desde que en un salón de clase hablábamos sobre lo malo de el cambio de formato, de la mutación y aparente involución que había sufrido El País, un diario caleño por excelencia y que en la capital del Valle le quita lectores a el Tiempo o El espectador, tan bogotanos.
Un diseño que se antojaba moderno y colorido, lleno de imagines y lectura fácil, quizá demasiado fácil, banal y sin profundidad, mereciendo ser hojeado y con nada más interesante que los llamativos titulares, así el País había entrado en esa moda detestable de lo ligero de lo "light" en un mundo que cada vez le huye más a lo complejo o a lo medianamente profundo, más en una ciudad que tan mal acostumbrada está a tener aversión por las letras a leer de mala gana y sin gusto. Fue así como desapareció un día La Gaceta y las caricaturas de Quino fueron trasladadas, colocadas por ahí y entonces las imágenes y la fotos quisieron decir más que las palabras y el País fue más para ser visto que leído.
Hoy tiempo después, no hay salón de clase para discutirlo, pero un lector dominical o mejor de fin de semana, escribe en un blog abandonado, en ése que creó en un tiempo que luce tan lejano, un espacio que se dedicó a llenar por limitadísimo tiempo con poemas de Borges y que perdió interés y nunca llegó a tener un atisbo de finalidad. Hoy en un ciberespacio que seguro nadie lee tengo que decir que el País evolucionó hacia algo mejor, quizá la buena impresión regrese al tiempo que lo hace La Gaceta pero va más allá, porque ahora las imágenes y el diseño "light" van acompañadas de letras con sentimiento, de artículos de calidad, de historias y relatos, ahora cada letra intenta retratar a una ciudad que está harta de ser sólo cifras y vivir del recuerdo de un pasado glorioso, ahora ya no hojeo sino que leo porque se puede encontrar la mirada de un caleño cualquiera, la impresión que vive en el mismo lugar que más de 2 millones de almas, que camina, que mira, que siente y que respira esta ciudad.
Ahora el momento después del almuerzo es más entretenido, tengo historias por leer, una ciudad por recorrer.
Un diseño que se antojaba moderno y colorido, lleno de imagines y lectura fácil, quizá demasiado fácil, banal y sin profundidad, mereciendo ser hojeado y con nada más interesante que los llamativos titulares, así el País había entrado en esa moda detestable de lo ligero de lo "light" en un mundo que cada vez le huye más a lo complejo o a lo medianamente profundo, más en una ciudad que tan mal acostumbrada está a tener aversión por las letras a leer de mala gana y sin gusto. Fue así como desapareció un día La Gaceta y las caricaturas de Quino fueron trasladadas, colocadas por ahí y entonces las imágenes y la fotos quisieron decir más que las palabras y el País fue más para ser visto que leído.
Hoy tiempo después, no hay salón de clase para discutirlo, pero un lector dominical o mejor de fin de semana, escribe en un blog abandonado, en ése que creó en un tiempo que luce tan lejano, un espacio que se dedicó a llenar por limitadísimo tiempo con poemas de Borges y que perdió interés y nunca llegó a tener un atisbo de finalidad. Hoy en un ciberespacio que seguro nadie lee tengo que decir que el País evolucionó hacia algo mejor, quizá la buena impresión regrese al tiempo que lo hace La Gaceta pero va más allá, porque ahora las imágenes y el diseño "light" van acompañadas de letras con sentimiento, de artículos de calidad, de historias y relatos, ahora cada letra intenta retratar a una ciudad que está harta de ser sólo cifras y vivir del recuerdo de un pasado glorioso, ahora ya no hojeo sino que leo porque se puede encontrar la mirada de un caleño cualquiera, la impresión que vive en el mismo lugar que más de 2 millones de almas, que camina, que mira, que siente y que respira esta ciudad.
Ahora el momento después del almuerzo es más entretenido, tengo historias por leer, una ciudad por recorrer.
Comentarios