Ciudad Delirio
Mi gente ¡Ustedes!
lo más grande de este mundo
siempre me hacen sentir
un orgullo profundo
Porque amanecí de buen genio,
porque los mocos aún no me han invadido el cerebro, porque salí a correr,
porque llevaba aplazándolo mucho tiempo, porque sí y me dio la gana. Por la
razón que sea, de vuelta a la escritura con el tema de moda; Ciudad Delirio.
Hace tres días fui a ver la
promocionada película, yo que en este momento llevo un par de meses exiliado en la fría capital, reservé boletas
para ver una película sobre mi ciudad, después de que una campaña de
expectativa, de más de 2 meses de duración, me tuviera a suspirando embobado cada
vez que iba a ver cualquier otra cosa y en el camino me encontraba un tráiler, con
Carolina Ramírez diciendo “Nos hemos reunido todojacá” con naturalidad y, por
primera vez, en forma natural no como en
cada novela cachaca emitida con anterioridad en el Prime Time.
En cuanto salí de la sala de cine
ese día, además de querer ir a Tintindeo y no poder, quise escribir algunas
palabritas sobre la película, pero dejé calmar mis emociones de caleño que
extraña su tierra para no engañar al que no lo sea, dándole elogios
injustificados a la cinta.
Ahora bien, si se busca cine que
marcará época, un film de culto de esos que llevan a buscar el nombre del
director para hacerse fan de toda la vida, Ciudad
Delirio no es esa película, el único nombre que la película lleva a buscar
es el de Carolina Ramírez si no lo conoce ya y eso, por mérito propio de una
actriz que termina bailando como si realmente fuese maestra de una escuela de
salsa, y por sus propios encantos físicos más que indiscutibles. Quizá hasta
invite a Googlear el nombre de los
sitios que recorren los personajes, pero es un impulso más tolerable y menos
imperativo.
La trama y el argumento en sí son
más bien flojos, sí, lo siento, el guionista no se merece ningún premio
particular por la historia que elaboró, es un argumento promedio,
coherentemente bien llevado pero que ni sorprende ni emociona más de lo normal.
Lo que sí es destacable es que Ciudad
Delirio pareciera incursionar en un género totalmente nuevo para el cine,
porque si ya existían los musicales, cuya característica es que los personajes
cantan a través de la película, en Ciudad
Delirio la constante es el baile, todos los personajes bailan una y otra
vez a lo largo y ancho de la película, imagino que, cronológicamente, la mayor
parte de los días de acción de la cinta son jueves, viernes y sábado, porque el
baile y el ambiente festivo son una constante.
Sin embargo, el verdadero mérito
de la película es que retrata a Cali como nunca la habíamos visto en una
pantalla grande; una ciudad con zonas de lujo y belleza y, también, barrios
humildes de clase media, con gente sonriente y mujeres como flores, que sí
también hay flores feas y en la película hay unas cuantas de esas, pero allí va
el asunto del realismo de la película, en Cali hay para todos los gustos, pero
ante todo hay amabilidad y brazos abiertos para aquél que tenga la oportunidad
de visitarla.
No se trata de
decir que Cali es un paraíso en la tierra, pero creo, que así como el hablao, la realidad caleña, y en
particular las cosas buenas de la ciudad han quedado justamente retratadas, y
la convivencia diaria con la salsa, no sólo como un ritmo para escuchar en la
radio, sino como un modo de vida lleno de alegría, carnaval y danzar es un
reflejo de la personalidad caleña y su alegría intrínseca.
Si bien, no ha
constituido una propuesta revolucionaria en el arte cinematográfico, representa
parte de una nueva ola de películas colombianas, donde finalmente hemos
decidido dejar de mostrar nuestras tragedias en la gran pantalla, para empezar
a contar todo el cúmulo de historias que somos cada uno de los habitantes de
esta patria y que van mucho más allá de la eterna pintura de la violencia
desmedida. Darle la espalda a los problemas, que abundan, sobran y aprietan,
sería estúpido, pero retomar nuestra moral y nuestra creencia en La ciudad, no
como un ente aparte sino como un todo, del cual cada uno forma parte importante,
es el mejor de los primeros pasos para reimpulsar el crecimiento de nuestra
ciudad.
Al fin y al cabo,
una ciudad donde se vive bailando, tiene por bien, llevar como pseudónimo el de
Ciudad Delirio.
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