Relato “Clínico” Sui Generis
Su nombre
es Rita Vanegas (Nota mental, recordarlo, no lo olvides, es importante, Rita)
tiene 17 años y preferiría no estar aquí, en primer lugar no le agradan mucho
los hospitales, sólo un pequeño grupo de personas encontramos, ocasionalmente,
confort en un lugar de estos, los Munchausen y los de personal médico, los 1ero
con más frecuencia e intensidad que los segundos, con seguridad. Aparenta poco
más de 25, una cara de pocos sueños, casi ninguno realizado, su boca dice
diecisiete y no lo creo, la barriga envejece, la vida envejece, la experiencia,
la desilusión ¿la pobreza?, mi lapicero escribe 17 aun incrédulo, no hace nada
de lo que el mundo suele llamar ocupaciones formales, tal vez le gustaría
hacerlo, tal vez lo hacía y su barriga
la incapacita, tal vez nunca quiso, cuando los sueños mueren a los 5 años con
el primer golpe de los padres y la primera cachetada de la realidad que te
muestra que algunos tienen cosas que no necesitan y tus padres no consiguen las
que son urgentes los sueños se marchitan, la resignación aparece, no hablar, no
hacerse notar, no intentar tener un brillo que no nació para tener, nadie le
sonreirá si lo intenta todo serán dedos que la señalarán.
Unión libre,
esa forma moderna de llamar a los noviazgos con sexo, sudor, nueve meses de
crecimiento abdominal y un nuevo ser al cual castrar de sueños, que por una
inútil conservación de la tradición, terminan viviendo juntos, jugando al papá
y la mamá en un mundo que hace mucho tiempo dejo de ser divertido para jugar.
Cumplo
formalidades, qué carné tiene, quién se lucra con su no-enfermedad y le niega
acceso a la salud. Ella no quisiera estar aquí, quisiera estar, dado el
contexto inevitable de tener que visitar el hospital, en un sitio con sabanas
que luzcan nuevas, una camilla que luzca cómoda, un piso que no demuestre su
edad y alguien que la haga sentir cómoda y no esté preocupado por su cansancio
personal, recuerdo mi sonrisa, mis modales, mi cortesía difuminada, mi orgullo
que me dice que me prometí no ser uno más de ellos, no uno de los fríos por favor.
Pregunto
porqué viene, de dónde viene, no importa que espera, yo tengo que diagnosticar,
cómo se siente, desde cuándo, qué tanto, huele feo, le duele, qué estaba
tomando, no intentó nada, sangró, orinó, cómo orinó, le olió feo, le cambió de
calor, sintió movimientos del bebé, se siente bien, algo más para contarme, me
toca ser un entrometido lo lamento, quiero saber todo sobre su vida y no le
diré mi nombre, luego se la contaré a alguien más, quizá todo el personal la
sepa, las historia se leen en voz alta ¿Tengo ya un diagnóstico? Ya olvidé su
nombre, aquí tiene uno nuevo, por el poder que el desinterés me concede serás
Preeclampsia, lo siento, no es bonito, no es exclusivo, pero no tiene apellido,
aquí preferimos que el señor Severa no las reconozca, que sean hijas
emancipadas, no reconocidas y sin apellido, bastardas sin familia, simples, preeclampsias no complicadas.
Sus ojos
ven, no luce pálida, no escuche mucho a Juan Luis Guerra, que no queremos ver
que se le suba la bilirrubina, su corazón late un nuevo lup-dup y lo describo
como normal, siento el aire entrar a sus pulmones, sin moco excesivo y atrevido
que se atraviese. La barriga es una barrigota, útero grávido, Feto único vivo
en cefálica, dorso izquierdo, encajado, está tomando y respirando sus propios
orines que se encuentran en apropiada cantidad como para que disfrute nadar en
ellos, tiempo después los despreciará, hoy son sus preciados orines sobre los
que flotar, espera que su madre lo quiera, patea y se mueve cuando lo toco a
través de la piel de su madre, no se si me saluda o me dice que no lo joda, que
no quiere salir de mamá, que allí donde está, es caliente, chévere, tranquilo,
que él no sabe escuchar con claridad pero que a veces no le gusta lo que llega
a sus oídos, que todo afuera luce desordenado y mover sus pies y hacer latir su
corazón se ve más entretenido que un mundo más seco, pero quizá, nada de eso importe,
si puede mantenerse cerca de su madre valdrá la pena, "que mami me ame
después de pujar, no grites que ya voy, es un tobogán y voy a nadar en mis
orines hacia ti, sé que te voy a querer, sé que me vas a amar, un giro más,
estoy cabezón pero creo que sé cómo encontrar el camino, oigo más los gritos y
ay! Que me aprietas, ya voy, ya voy, que salgo, veo la luz y allá vamos ¿Me vas a abrazar?"
Pero aun no
es tiempo querido bebé, tu madre tiene que dilatar, y su cérvix aun no parece
lugar para que quepas por ahí. Terminó de escribir, la vamos a cuidar señora,
es nuestra intención última, tal vez no se lo decimos explícitamente, la verdad
creo que no sabe que vamos a hacer ni se atreve a preguntar, ah lo siento, que
tiene 17 y pocos años como para que señora yo me atreva a llamarla a usted, un
par de formular y papeles en blanco, su nombre no lo recuerdo lo busco y lo
escribo, el número con el que en suerte le tocó como marcaje para el sistema y
su ubicación también tengo que garabatear, le vamos a pedir varias cosas y
espere por favor, sola, no nadie la puede acompañar y yo mañana no vengo, pero
no se preocupe aquí todos para servirla, de a poquitos y a las carreras que no
tenemos tiempo, si la vuelvo a ver prometo que le voy a sonreír, sonríame de
vuelta y hágame creer por escasos 10 segundos que esto vale la pena, sonríame de
una vez que debo atender a alguien más.
Diego A. Cruz V.
Un verraco estudiante más.
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